Antes de doblar la esquina y emprender el regreso a su ciudad dormitorio junto a la capital, la familia contempla el océano por última vez hasta el próximo agosto. “Laura, ¿y tú? ¿No quieres decirle adiós al mar?”, le pregunta su madre. Laura, la más pequeña, la que saca malas notas, la que este verano no ha parado de garabatear libretas, mira la carretera e incomprensiblemente responde: “El mar se viene, mamá, se viene”.
3 comentarios:
Solamente los niños oyen el ruido del mar en las ciudades dormitorio.
Besos.
Hermosas imágenes, desarrolladdas con la maestria a la que ya me tienes acostumbrado . Hermoso .
Te dejo un sentimiento.
Ojalá no perdieramos nunca la capacidad de llevarnos ese mar a donde vayamos,
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