viernes, 18 de octubre de 2013
DROGAS
domingo, 9 de junio de 2013
INFIERNOS LITERARIOS
miércoles, 12 de enero de 2011
LA AVERÍA
Empieza a impacientarme la estúpida incompetencia de este técnico de Kioto. “Ya casi” me responde cada mañana cuando voy a comprobar los avances en mi caza Zero averiado. “Un par de retoques”, me dijo hace una semana con esa sonrisa suya vergonzosa en tiempos de guerra. Intento explicarle que mi objetivo se desplaza a cada instante. Que puede que dentro de unas horas se haya camuflado demasiado entre las líneas enemigas. Que me consume ver al resto de pilotos despedirse emocionados con su uniforme de gala.
Él me regala un cigarro y un sorbo clandestino de sake. Me promete como siempre -sus labios cada día más cerca de mi oreja-, que mañana brindaré al fin con toda el agua del Pacífico.
martes, 11 de enero de 2011
LA REVOLUCIÓN
“La convocatoria ha sido un éxito”, garabateaba un periodista en su libreta desde un balcón. No muy lejos, yo asomaba la cabeza sobre el tejado para ver discretamente el gentío. Descubrí a la bailarina del joyero, erguida orgullosa, sin girar, en la palma de la mano de un simpatizante. También al unicornio, que había abandonado su tiovivo por primera vez en treinta años. Me enterneció divisar, entonando consignas como locos, al muñeco del semáforo, a la chincheta del mapa y al globo de helio sin niño. A mi lado se posó el cuco fugitivo. A la hora en punto hizo ademán de cantar, pero se mordió la lengua y salió volando hacia Poniente. “Libertad”, gritaban los manifestantes, y se les inflamaba el pecho y las mejillas.
Confieso que durante un instante deseé yo también librarme de mis espolones de forja, probar estas alas inútiles de gallo viejo. Afortunadamente fue sólo un segundo. Después cambió el viento y me obligó a mirar en dirección contraria.
(La ilustración es obra del artista Antonio Mingote).
sábado, 16 de octubre de 2010
ECHAR RAÍCES por R.A.
martes, 6 de julio de 2010
ESCUDOS
martes, 8 de junio de 2010
EL PACTO
“Por favor, sea breve”, dijo el capitán. Ella, compasiva, se ahorró los prolegómenos. Su garganta se concentró en una sola nota irresistible. Uno a uno, los marineros soltaron sus brújulas testarudas, las cartas de navegación, los cabos de las velas rasgadas, las fotos borradas por la brisa, las cruces de sus plegarias, y fueron saltando de aquel barco perdido en el mar. Uno a uno se hundieron obedientes frente a los ojos de la criatura marina que los deseaba. Ansiosos por olvidar la sed, felices.
La ilustración es obra de la artista cubana Alicia Real.