Como la diva no puede cantar con una sola butaca vacía, el día que por primera vez no se venden todas las localidades, su fiel mánager decide usar una artimaña. Compra algunos muñecos de corcho, les coloca unos cabellos de lana negra y un frac de seda natural. Un mes después, son tantos los farsantes que la seda artificial reluce en los palcos. En menos de un año, el teatro decide despedirlos por empacho de nostalgias. En su último concierto, la diva, consciente de que no habrá otro escenario, se vacía ante un público inerte. Cuando se detiene, exhausta, del patio de butacas se elevan unos aplausos tan violentos que llenan, en pocos minutos, el suelo de cabellos de lana.
10 comentarios:
Qué fantásticos cuentos LA DIVA y FRANKESTEIN. Me han emocionado los dos. Elena.
Es muy bueno. Quizá deberías acortar un poco las primeras frases, que son un tanto confusas.
Gracias, Xuan, por esta crítica tan atinada y por ayudarme a avanzar. :)
Interesante blog, pasaré a visitarte cuando vea luz. Saludos
a mi también me gustaron mucho las formas.
solo que podrías haber empleado frases más cortas.
buen trabajo.
Genial, me ha encantado.
Feliz Año!!!!
Gracias a todos por las opiniones y la compañía. Feliz 2010.
Este me ha encantado, un gran final.
Te has ganado otro aplauso.
Es magnífico, Miriam. Qué gran final. Su primera parte me ha recordado un poco a la película Sunset Bulevard, de Billy Wilder. Te sigo leyendo.
Gracias, Herman. Yo creo que si fuera de corcho perdería el pelo aplaudiendo tus micros. Besos
Publicar un comentario