Las tres mujeres de la celda traban al fin conversación.
-¿Vosotras qué hicisteis?- pregunta la pelirroja.
-Poca cosa: incitación al delito- responde la morena.
-Yo aún menos: abandono del hogar- suspira la rubia-. ¿Y tú?
-No os lo vais a creer: abrir una caja.
Un timbrazo interrumpe sus confesiones. Día de visitas.
Adán, Paris y Epimeteo las saludan desde el otro lado del cristal vestidos de domingo.
8 comentarios:
Me gusta Miriam, el título, con ese femenino singular, es el que verdaderamente redondea el texto.
Un beso.
Hombre, Miriam, una pataleta (en el buen sentido) de la tuyas en forma de micro. Así me gusta, dando guerra. bss, ele.
Gracias, Elisa, y otro beso.
Ele, esto es una terapia como cualquier otra. Aunque es mucho más divertido sacarte a tí de quicio. ;)
No sé cómo he llegado aquí, Miriam, pero visto este cuento (lleno de hipertextualidad, humor, y mala leche) me doy una vuelta a ver si hay más como éste.
Un saludo.
Gracias, Víctor, viniendo de alguien con tu ironía, tu comentario me sabe aún mejor.
Hola! pues he andado por tu blog, la verdad no sé ni de que manera llegué a él pero ayy esté relato me encantó! eres muy buena! saludos!
Gracias Idoia, me hacen mucha ilusión tu visita y tus ánimos desde México, ¿no? Besos.
Ex-ce-len-te.
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