lunes, 27 de abril de 2009

NINA Y LA ORQUíDEA CHINA

(Hoy estoy un poco triste, así que me esfuerzo por pensar en las historias que últimamente me desperezan. Ésta es una de ellas y no es inventada. Es lo que más ilusión me ha hecho en lo que llevamos de primavera). 

Hace tres años, me regalaron una orquídea china muy delicada. Traía dos flores perfectas y una etiqueta donde se detallaban los cuidados mínimos que necesitaba la planta. Cuando iba por el octavo mandamiento (de una lista interminable), mi naturaleza caótica empezó a abrumarse. "Pobrecita, dónde has ido a caer", pensé y la dejé sobre mi mayor altavoz, el lugar con más luz de la casa. Creí que no pasaría el primer otoño y mucho menos el invierno. Sin embargo, la orquídea, ya sin flores, se hizo la muerta sólo para despistar y la siguiente primavera echó una hoja. La segunda, brotaron dos. En este tiempo, por supuesto, nos hicimos amigas. Yo bailo junto al tocadiscos por las mañanas y ella me mira. Le encantan las divas del Soul, Paco de Lucía y Camarón. A veces me siento a su lado y no hago nada en especial. Me da la impresión de que así las dos nos sentimos menos solas. 
Esta primavera de mi orquídea han brotado cinco capullos. Sin abono ni cuidados especiales, sin vaporizadores ni control de la temperatura. Yo soy puro embeleso. Todas las mañanas, antes de bailar, me tomo el té viendo cómo día a día se abren. Después, la pongo a dar saltos con  Nina Simone. Estoy segura de que cualquier día termina de florecer con "Sinnerman". Es su favorita.