lunes, 15 de junio de 2009

MIOPÍA


Tras años ensuciando lienzos, el aprendiz de pintor se rinde. Se entrega a la escultura. Fracasa. Debuta como actor. Titubea al decir su única frase. Derrotado y solo en su camerino, escribe como un autómata un poema agarrotado, certero, perfecto. Asustado por su sinceridad, lo rasga en pedazos. Nadie debe saber, cuando dentro de unos años sea un músico famoso, lo derrotado que llegó a sentirse.