miércoles, 27 de enero de 2010

GUIÓN


Desde el principio, la historia funcionó. La idea original de un planeta habitado, los seres vivos, esa curiosa criatura sobresaliendo del resto...

Después ese toque magistral de la serpiente justo cuando el programa empezaba a ponerse rutinario.

Lo de Caín no lo forzó, pero le vino muy bien para mantener la intriga. Un crimen fratricida asegura siempre una gran expectación.

Desde entonces su personaje no le ha fallado. Siete temporadas seguidas de guerras, asesinatos, torturas, humillaciones. De vez en cuando -estratégicamente espaciada-, la aparición de algún soñador con el que la audiencia se pudiera identificar. Y un poco de sexo a ratos disfrazado de amor para ganarse al público femenino.

Ahora toca escribir el último capítulo, ése que encumbra o hunde al guionista. Personalmente siempre ha sido partidario de los finales felices. Pero en esta ocasión no resultaría creíble.