miércoles, 17 de febrero de 2010

CANCIÓN


Postrado en un sillón de la residencia, el abuelo que nunca habla con nadie escucha de pronto una melodía antigua. Se levanta con dificultad. La música viene de la habitación contigua y hacia allí avanza. “La cantaba Ana cuando bañaba a la niña”, recuerda y deja caer la garrota. “Nunca respetaba demasiado la letra”, se dice caminando con pasos más firmes. “Así que cada día al llegar del trabajo me sonaba distinta”, murmura y abre la puerta con aplomo. Al instante, el vaho le empaña unas gafas que ya no necesita.

lunes, 15 de febrero de 2010

EL FUNCIONARIO


Cada vez que se enciende una bombilla roja, el funcionario levanta la palanca correspondiente durante cinco segundos. A veces el ritmo es frenético. Otras, la cadencia amaina. Entonces, el funcionario puede relajarse, desabotonarse la camisa y pensar, por ejemplo, en qué le traerá a Ana el ratoncito Pérez. O el restaurante que escogerá para invitar a su suegro por arreglarle el embrague. Aunque ahora lo que más le preocupa es que María esté tan triste. Hoy tiene pensado comprarle unas flores si logra salir a tiempo del trabajo. ¡Pero, caramba, empieza a hacerse tarde! Falta que esa terca luz, la única que resiste, deje de encenderse cada pocos segundos. Sube el voltaje, mira el reloj y escucha los gritos recrudecerse en el cuarto contiguo. Con esta potencia, la muerte o la confesión llegará antes de que se acaben las margaritas del kiosco.