jueves, 26 de marzo de 2009

CÉNTIMOS


Se dio cuenta por casualidad. Fumaba frente al trabajo contemplando a la gente lanzarse el huracán de la puerta giratoria, cuando algo brilló en la nuca de una oficinista rubia. Pensó que era una tatuaje y se coló de un brinco entre las aspas para verlo de cerca. Cuando la puerta los escupió al vestíbulo, se había quedado pálido. Como un autómata, fue directo al guardia de seguridad y le miró con disimulo el cogote. Después corrió a la máquina de café, donde un empleado raso, un jefe de área y un becario apuraban un vaso de plástico. Le costó distinguir la ranura en la nuca del chico en prácticas, pero no las de los otros dos, de buen tamaño y algo desgastadas. Contó hasta diez antes de palparse. Le pareció indignante que la suya no alcanzara siquiera el tamaño de una moneda de un euro.

2 comentarios:

J.Mares dijo...

¡Fantástico!! A juzgar por tu imaginación, la ranura de tu cogote debe tener tamaño de billete de 100... Besote!! Javi

Maria Coca dijo...

Original y curioso!!!

Besosss