jueves, 20 de agosto de 2009

DESPUÉS por Miriam Márquez


Ahora que estoy muerto, me cuesta una barbaridad odiarte. Horas me paso concentrado en tu traición, la sangre, el cuchillo por la espalda. Pero se está tan bien aquí, hay una paz tan blanca, que resulta difícil no desear que te mueras rápido. Ayer me atreví a preguntarle a otra alma en pena por qué llaman a esto infierno. Se encogió de hombros y se fue riéndose entre dientes. Hoy, por fin, te he visto saludándome a lo lejos. Hoy, por fin, te has muerto.

3 comentarios:

Clara dijo...

Con historias así, imposible desengancharse de tus palabras. Artista!

Flora Isela Chacón dijo...

me ha gustado mucho, aunque no deja de darme escalofríos...
besos

Pedro dijo...

Me recomendó tu blog una amiga tuya. Dominas los relatos cortos de una manera sorprendente. Genial. Ya estás en favoritos