martes, 30 de marzo de 2010

SALVADO por Víctor Sáez


(Por fin un micro en mi bandeja de entrada. Inquietante y sugerente. Gracias, Víctor. Soy la primera en comentar).

Una sensación de frío intenso le erizó el vello. Despertó. Sintió soledad y miedo ante la falta de luz, de aire y de memoria. No sabía dónde se encontraba, pero la estrechez de su aposento le agobió desesperadamente. Crispado, supo que había sido enterrado vivo. Del miedo se orinó encima, tembló y su corazón se aceleró. De pronto recordó. Él era un rico hacendado, ahora lleno de deudas, que días atrás se sintió indispuesto. Y ahora estaba muerto... o vivo y enterrado. Se sintió morir de verdad. De pronto, oyó ruidos cercanos, muy cercanos. El sonido de una pala levantando tierra. Luz artificial por la rendija de la caja. Se abrió. Rápidamente se incorporó y salió de ella. El profanador de tumbas quedó estupefacto y se llevó la mano al corazón. Cayó fulminado sobre la caja vacía. El hacendado contempló la escena, rellenó el agujero y salió del cementerio. Fuera le esperaba una vida nueva, como de recién nacido.

4 comentarios:

Miriam Márquez dijo...

Lo que más me gusta de este micro es lo que me sugiere el final. Pienso en que el rico hacendado no volverá a vivir la existencia de un rico hacendado. Me parece le han salvado de algo más que de la tumba. Y me gusta imaginar qué sera. Saludos.

Flora Isela Chacón dijo...

Coincido, más que salvado, podría ser sanado, y es que una experiencia así no podría dejar de otra manera a alguien, no?
Muy buen texto, felicidades

Maria Coca dijo...

Entre lo dramático y lo cómico. Interesante y curioso. Ese final está estupendo.

Un abrazo.

Anita Dinamita dijo...

Coincido con vosotras, más que la alegría de salir de la tumba, la alegría de una vida nueva... ¿cual era realmente la tumba?