martes, 1 de julio de 2008

PASEAR por Clara Valmorisco


(¡Cómo me gustan estas historias que no son lo que parecen! El primer cuento que me manda una chica. ¿Qué pasa lectoras? ¿No hay ganas de participar en el trueque?)

Nunca pensé que terminaría guardándote allí, ni mucho menos que guardaría sólo una parte de ti. A veces me pregunto si no me estaré equivocando, si esta manera mía de razonar, de hacer las cosas, no será más que el reflejo de algún trastorno al que no quiero mirar. Pero me gusta pasear contigo, sobre todo ahora que la ciudad se está llenando de luces, que las calles huelen a castañas asadas. Si bajo la ventanilla, el olor se mete en el coche y, por un rato, el tiempo que dura un semáforo en rojo, tú te sientas a mi lado y me propones un plan. A veces es comprar castañas y asarlas en la chimenea, comérnoslas tirados en la alfombra; a veces es algo más arriesgado. Nos vendría bien un viaje. Y yo siempre digo que sí.


Ya tengo los billetes para Italia. Serán unas Navidades distintas este año. Tan acostumbrados a la familia y a la lombarda se nos va a hacer raro tener sólo un abrigo y frío. Pero pasearemos y eso es lo único que quiero. Me contaste que en el silencio de la noche Venecia es otro mundo, y que puedes susurrar a una persona desde orillas distintas de un canal y oírla contestarte como si estuviera a tu lado. Claro que, en Navidad será difícil encontrar una calle vacía en una ciudad tan pequeña y tan turística. Por eso he pensado que podemos dormir por el día y pasear de noche. Siempre me ha llamado la atención la idea de conocer una ciudad a oscuras. No habrá museos ni tiendas abiertas, pero estarás tú, estaré yo; estaremos abrigados y tendremos los canales. Y también la copa de champagne en medio de la plaza de San Marcos. No la conozco, pero he imaginado tantas veces ese momento que casi lo revivo más que imaginarlo. Tendremos todo lo que me contaste.


Me da miedo viajar sola. Me he comprado un libro y, como el vuelo es corto, supongo que será suficiente para que mi cabeza no se vaya muy lejos. Todo lo demás está solucionado. Tengo los mapas, tengo el hotel y el idioma no me preocupa; además, tampoco creo que necesite hablar con nadie. Mi plan es dormir durante el día y pasear por la noche, sentarme a la orilla de algún canal y hablarte, que me hables desde la otra orilla y yo pueda oírte a mi lado.


Sólo espero que sea cierto que eso ocurre en el silencio de Venecia. Y que no te importe que la parte de tí que no tiré al mar me espere en el maletero del coche. 

1 comentario:

Miriam Márquez dijo...
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