domingo, 13 de julio de 2008

FENG SHUI por Miriam Márquez


(Pequeño cuento improvisado a la hora de comer del trabajo. Dedicado a todos aquellos que, como yo, han vivido alguna vez en la periferia, afueras, las ciudades dormitorio, los HLM o los guetos)

Ahora que mi mejor amigo se ha echado una novia taiwanesa, está empeñado en que tengo que dejar que reorganice mi espacio. Me dice que ella, experta en Feng Shui, puede ayudarme mucho con mis nostalgias, despistes y hasta con mis cuentos. A él le ha ido tan bien que ahora, entre las flores de loto y los tonos neutros de su pared, nunca tiene tiempo para las pesadillas.
La llamé tras siete días sin escribir una línea. Apareció con un vestido color mandarina y un cuaderno recién estrenado. Tomó nota de mis plantas resecas, del empapelado de mi estudio y hasta del íntimo estropicio de mi nevera. La vi cómo se asomaba con estupor al callejón que contemplo mientras escribo. En la ventana de enfrente, dos latinos en paro suspendieron su reggaeton para escrutarla sin disimulo.
De acuerdo a sus recomendaciones, he trasladado mi estudio a otra habitación, insonorizado las ventanas y despellejado las paredes. Tengo un bote lleno de lápices recién afilados, una mariposa monocolor estampada en el techo y un hilo musical como de profundidades marinas.
El día que tenía que venir a comprobar mis avances, no apareció. Algo decepcionado, llamé a mi amigo. Lo cogió al primer timbrazo, y le entendí la mitad de lo mucho que lloraba. Ella se había enamorado de pronto de un calavera sin escrúpulos y se había marchado a compartir con él sus pasillos enroscados y las goteras de su buhardilla. La última vez que la vio tenía un tic en el ojo y dos manchas moradas junto a la clavícula.
Me alegré bastante de no tener que soportar más la música de acuario. Los lápices ya se habían gastado con mis garabatos y, afortunadamente, la mariposa monocolor era fácil de tapar con un póster de Playboy. En la ventana de enfrente, los dos adolescentes seguían enredados en su sudoroso combate. Estaban tan concentrados que pude contemplarlos durante mucho rato. Poco a poco, casi sin querer, me puse a escribir y me olvidé de ellos.

1 comentario:

Maximus dijo...

La segunda vez me ha gustado más aún.
Aunque me quedo con ganas de conocer las beneficiosas propiedades de la mariposa monocolor. Mi vida necesita algo de eso. No sé si es exactamente una mariposa monocolor u ordenar mi dormitorio, aprender a planchar y buscar piso. De momento miraré lo de la mariposa...